Vivaldi y quietud... pero el TLP sigue
25 Feb.
2017
Hoy la
paz se llamaba Vivaldi en un baño de espuma, quietud y sentir que mis pies
flotan y mi mente para. ¡Por fin!
Puedo
empezar a afirmar que estoy a gusto con mis cambios y con este periodo de
transición, pese a no ser el idealizado.
Mi
salud física anda algo mas resentida. Parece que el dolor y el daño acaban
drenando por distintos órganos de mi cuerpo, la presión en estas semanas y
meses ha sido excesiva. Emocionalmente, algo más tranquila. No diré que estoy
estable, eso sería exagerar.
Personas
que dejan claro que cada vez que vuelven a tu vida te revuelven y salpican todo
de desasosiego y mierda. Eche la llave, no lo necesito ahora.
Otros,
sin embargo, están más que nunca, los que me sorpreden, los que reaparecen para
hacerme bien y los nuevos. De familia prefiero no extenderme, agradezco en el
alma a los que están y ellos saben quiénes son.
El día
de hoy me encuentro en pausa, de nuevo. Mi cuerpo apenas puedes, pero me
empujare a salir, hare pequeñas cosas pendientes. No hay planes ya, solo hay
horas.
Ya no
deseo ser la novia perfecta, soy consciente de que nunca no lo fui. No deseo
ser la trabajadora perfecta tampoco, con hacer bien mi trabajo y estar
satisfecha me vale. No mas anteponer trabajo y mundo a mi salud, Ya no me siento
inútil cuando veo que mi cuerpo pide un respiro, pide que reduzca el ritmo. Me
empiezo a sentir algo más humana, supongo.
Casi
segura de que no tengo la necesidad ni el deseo de agradar a mama, he superado
todas sus expectativas de mierda… ¿Qué mas dará ya?
Aun
sigue esa culpa y pena por papá, por los niños que no vi crecer, por los cumpleaños
que no estuve, por los que no celebre, por los que pase sin familia. Pero por
mucha culpa que cargue, no puedo sanar o cambiar ese pasado.
Aunque
me siguen dando miedo muchas cosas, no estoy en condiciones de aparentarlo. Ya
no lloro cuando escribo, a veces lloro más cuando me releo. Ya no me cuesta
verbalizar mis malos tratos tanto como antes, y cada día soy más consciente de
padecer este trastorno.
No sé
si se trata de un exceso de sensibilidad, o bien si ha sido el entorno… pero
hay algo que suena ha roto en mi.
Hoy soy
consciente, no me molesto en negarlo. No tiene sentido negar algo que lleva ahí
tantos años, sería negar lo evidente.
Parte
de mi esencia BORDERLINE: mujer al límite,
niña que se resiste a crecer pero siempre destaco por su madurez en algún
sentido.
Cada día
que pasa espero menos de muchos. Antes idealizaba, ahora veo con más
objetividad el modo en el que inventaba. Mi anterior psicólogo, aunque no me
ayudo del todo, decía que “atribuía a
esas idealizaciones virtudes que no era capaz de ver en mi” ¿Tiene eso
algún sentido? Puede que sí, no lo veo aun claro.
Afirmare
que el TLP me hace ver a una parte del mundo como inepta, deformes emocionales
carentes de empatía, de fuerza, de decisión... curioso, porque yo soy así en
mis fases autodestructivas/depresivas. Pero por H o por B, siempre está ahí esa
sensación de no estar en ningún lugar, de no pertenecer a nada ni a nadie.
Mama me
reprocha que siempre fui a lo mío, ¿Qué esperar de alguien que desde antes de
los tres años pasaba gran parte del día sola? No había mas que ir a lo mío, no había
nadie más por mucho que mirase la puerta expectante.
La
capacidad de adaptación se hizo una marca de supervivencia, una obligación. He
estado en tantas situaciones y lugares diferentes que no se cual es mi
verdadera personalidad. No distingo la parte alterada, de la inventada, o de la
funcional. Hay días en los que soy un enigma incluso para mí.
Mama
estaba lejos y yo volví a idealizarla, en mi cabeza me convertí mas que nunca
en la mala hija y justificaba cada acto atroz del pasado como amor
incondicional de madre, amor del que dura para siempre. Mientras me odiaba a mi
misma cada vez más, mamá era más santa en mi cabeza. La extrañaba… había quitado
todo el peso a los malos tratos y los malos momentos. Pero con los años y una
relación de pareja teñida por la violencia y los reproches que me asemejaban a
mama… me veía además soltando su misma mierda por la boca al que tenía en
frente. Terapia que me ayudo a comprender que mis males más diarios venían de
una infancia jodida, de una madre dura y controladora, abusiva.
Trate
de entender, pero en lugar de perdonar la fui odiando tanto como ella me hizo
odiarme a mí misma. Verla y todo eran reproches por mi parte, y la de siempre:
maldecir la visita de turno. Igual, nunca la quise en mi casa, y yo iba poco a
nada a la suya. Dos extrañas, cada vez se me hacia mas mayor, arrugas marcadas,
más desconocida y canosa. Yo, la misma cara pero más flaca, mas ausente, mas a
lo mío, más fría que nunca… Mundos opuestos y una mente parecida, empapada por
el asco, el rechazo y la pena. Dos generaciones desastrosas, dos mundos
paralelos que se reflejan. Como el sol y la luna; ni juntos, ni separados.
Oscuro y claro. Noche y día…
No conocí
a mi abuela, pero ella era parecida a mama. Mama siempre llora cuando habla de
ella, siempre cuenta que era dura pero que “madre solo hay una”. No sé si
sentiré lo mismo algún día. Porque aunque viva, hace mucho que me falta. Cuando
pienso que madre no hay más que una, respiro aliviada pensando: menos mal…
Y no me
libro del TLP, pero escribo más consciente, más pausada y creo que menos
lastimera.
Hoy
llueve, hoy todo se limpia. Hace mucho que no os doy las gracias, lectores y
seguidores, nuevos y fieles. Sin vosotros estas líneas no tendrían el mismo
sentido.
Siento
y me disculpo por el abandono temporal del E-mail... os leo a todos pero las
fuerzas y la mente no me dan para mucho mas. Os siento cerca. Mil gracias.
Comentarios
Publicar un comentario