vidas
Hay
vidas que corren, otras parecen una carrera contra reloj desde el inicio... es
eso lo que me lleva a vivir al extremo emocional?
Vivir
en un entorno de violencia intrafamiliar hace que normalices el dolor como
parte diaria de tu existencia, vivir en constante alerta hacia un mundo que te
hace sentir que cada día puede ser último y a veces desear que así sea. Y
cuando el amor se transforma en castigo y el castigo en muestra de amor todo se
enturbia… buscas afecto en lugares equivocados y vuelves a confundir el castigo
con amor. El castigo necesario para llevarte del extremo a la caída libre… de
encenderte hasta apagarte como si murieras y revivieras cada día, cada semana,
cada mes… pero una manera de revivir casi agónica, automática, sin mucho sentido.
Esperar los golpes de la vida como si fuera tu destino, sentada en el borde de
tus sentimientos de odio a ti mismo y de afecto a un mundo ingrato.
Mientras
te empeñas en mostrar que eres feliz, fuerte, que no necesitas nada mas de nadie
mientras te apagas y te acercas a personas que parecen alimentarse de la poca
luz que queda en tu interior, mientras te agotas en ellos y no queda para ti
mismo. Sentirte humano a través de la compasión,
en una búsqueda absurda de salvación para casos perdidos en los que una y otra
vez te ves reflejada.
Justificar
el daño por el dolor sufrido, daño que recibes y daño que infliges… porque no
en todas las relaciones de abuso se da la sumisión por una de las partes; al
menos no en todo momento. Para luego volver con el rabo entre las piernas a
lamer la mano de tu agresor, pidiendo amor y clemencia. Pidiendo la recompensa
a ese castigo disfrazo de amor y preocupación y que no es nada más que egoísmo,
control y dominación de un cuerpo y una mente que se fueron rompiendo a medida
que se iba formando. Una mente creada a golpes, encerrada en el miedo y con una
sola idea clara: supervivencia. Convirtiéndote en un animal que se mueve por
instintos, que se siente perdido y asustado. Escondida en el único lugar que
conoce, la falta de amor propio.
Esa
falta de amor que hace que perdones una y otra vez lo imperdonable creyéndote responsable
de cada una de las desgracias que te acontecen… al fin y al cabo siempre fue así
desde el origen, desde el vientre, desde la primera bocanada de aire, desde el
primer recuerdo temprano. El reproche fue mi padre y la violencia mi madre… y
yo soy la hija de la desgracia, del dolor y el miedo. Mientras el mundo me ve
fuerte, inmóvil como una roca pero me voy rompiendo por dentro mientras nadie
parece darse cuenta. Solo se dan cuenta de mis estallidos de dolor que parece
que no tienen sentido, por que habría de gritar una roca? Y al final el corazón
se puede volver de piedra, impenetrable, casi inhumano… un corazón que solo
late porque no tiene otra función. Unos pulmones que se llenan de aire mientras
rezan por encharcarse y dejar de funcionar en un colapso que dure solo segundos
y la luz se apague y la carrera termine, la meta solo podría ser la muerte que
se transforma en paz y en fin.
Arrastrarte
en el fango delo que quisiste llamar amor, creyendo que tú misma eras quien hacía
que ese amor se contaminara, se pudriese antes de poder tocar tu corazón inerte.
Pero pasado el tiempo ese amor contaminado, ese amor que no existe se
transforma en vergüenza… mientras el mundo recibe mensajes de que tu dolor solo
es locura y que tu amor solo fue necesidad de tener a alguien que hiciera tu
existencia más soportable, fuera quien fuera y a cualquier precio. Aunque el
precio a pagar fuera la dignidad o incluso la vida. Pero ese sacrificio a
cambio de amor fue en vano y se torno en vergüenza, en difamación e insulto
haciendo caer de nuevo las pocas ganas de vivir que habían resurgido y
hundiendo de nuevo una autoestima casi inexistente. Y que el mundo vea ese
dolor de nuevo convertido en locura, mientras solo te dejas llevar por el
enfado como si no pudieras permitir que el mundo sea consciente de cómo pierdes
tu dignidad en cada bocanada en la que suplicas amor, atención, contacto… un amor que te destruye en lugar de
reconstruirte. Y al final te quedas con esa sensación de que no conoces el
amor, no conoces el afecto y nunca serás capaz de reconocerlo porque esa parte
del cerebro parece haberse adormecido a causa de golpes e insultos… a causa de
miedo y reproches que tú mismo volcabas al mundo en un intento casi mudo de
pedir socorro. Supongo que hay vidas que son condenadas a la soledad, al estar
a parte… como si de un indigente emocional se tratara. No formar parte del
mundo porque desconoces los mecanismos con los que moverte dentro de él y en
ocasiones solo puedes ser mero observador sonando que un día puedas formar
parte de él. Pero va pasando el tiempo y cada día se hacen más evidentes las
diferencias entre ese mundo medio sano y tu locura latente, tu vacio sin forma,
Y te quedas congelado en el frio de tu miedo que se hace cada día más intenso,
llevando a tu corazón inerte a vivir en un polo Norte constante donde nunca se
derrite el hielo, donde las tormentas lo cubren todo desorientándote por
completo.
El corazón
congelado, el cerebro acelerado y el cuerpo entumecido de los golpes y el
cansancio de estar arrastrándote hasta la meta del descanso, el día en el que
solo sea el final de todo este juego macabro que ya casi no recuerdas cuando empezó;
en el vientre, en esa primera bocanada en la que la lloraste, en ese primer
recuerdo que solo te pone triste.
Reacciones
que deben de ser normales a un entorno hostil, pero que te hacen sentirte el
ser mas anormal del planeta robándote cada signo de humanidad… ser tan sensible
que pareces frio. Vivir en una jodida confusión constante mientras tu mente
razona y tu corazón pese a estar inerte hace que tu mundo se tambalee con
miedo, dudas… como si anhelase ese amor fallido, ese amor que duele, ese amor
que no es más que odio y miedo disfrazado. Y te arrastras en esa condena que ya
no sabes si t e adjudico el mundo, la vida o tu progenitor… puede que
simplemente fuera mala suerte o el destino… hay gente que dice que esa será tu bendición
que te hará resurgir y nacer del amor más puro. Pero que amor puro? No es
posible conocer un concepto que nunca nadie te enseñó, que no has experimentado
que no has observado nunca en el mundo real. Y todo se resume a ideas
abstractas mezcladas con historias de cuentos de hadas que no serian posibles
en este plano, y el dolor que lo inunda todo. Creando una imagen completamente
deforme del mundo, como si lo miraras a través de una lente deforme que hace
que todo y nada tenga sentido a la vez.
Perdonar
lo imperdonable solo te lleva al abismo, a la muerte y a la decepción. A creer
que eres el culpable y el autor de tu dolor, de la destrucción de un mundo que
se sigue escapando a tu control. Eso puede ser el nombre de un trastorno, de un
trauma o simplemente de una vida sin razón.
Razonar
lo que no puedes manejar… moviéndote en el mundo de las paradojas y de la
deformidad mental. No entender si lo que ves es cierto o es producto que esa
lente que lo distorsiona todo para que tu cerebro erróneo pueda entender, pueda
procesar… pueda transformarlo en algo que no sea dolor.
Pero el
dolor es el único compañero que nunca se fue, tu amor incondicional. El dolor
siempre ha estado ahí tratando de recordarte que pese a todo aun queda algún rastro
de humanidad en ti aunque duela, aunque asuste.
Pero ya
nada tiene sentido, solo parece una cantidad de años que han corrido sin
sentido hasta convertirte en un ser aun mas asustado, mas deforme
emocionalmente, mas erróneo, menos tu.
Comentarios
Publicar un comentario