rotura
Hubo un
día una niña que soñaba con ser libre. Desde siempre se sintió identificada con
el patito feo, rara, absurda, diferente. Cada vez que oía esa historia pensaba
que ojala fuera tan fácil marcharse a buscar su sitio en el mundo. Pero incluso
con la supuesta inocencia de su edad, no podía creerse que ella se convertiría nunca
en cisne…
La vida
no fue fácil y la idea de volar fue cogiendo fuerza hasta convertirse en la única
opción de supervivencia, fuera como fuera debía salir de ese nido contaminado
al que sentía no haber pertenecido nunca. Una madre que más amar, la repudiaba.
Un mundo en el que no encajaba y con menos de 12 años ya se le hacia pequeño. Quizás,
después de todo, Dios le había dado alas para volar de eso que cada vez se parecía
más al infierno de Dante. Las circunstancias hacían ver que la vida no era
viable de ese modo, mas tarde volvería a sentirse así y con miedo de salir
corriendo de su infierno particular.
Pero
los acontecimientos que se iban sucediendo de un modo disparatado y sin mucho
sentido acabaron por darle el boleto para volar de ese nido infestado de odio,
de dolor y de insultos. No se sentía segura, y a veces soñaba con regresar a
ese lugar del que venía y el único en el que se sentía cómoda, porque segura
nunca se había llegado a sentir.
Las
alas se fueron alargando y la vida llevo a ese cría hecha mujer tan lejos como había
soñado pero igualmente, seguía sin encajar. Ella no había nacido cisne, solo
maldita por un hogar que no supo darle lo que todo niño necesita para
desarrollarse. La comida nunca falto, la ropa o el calor en los radiadores…
pero no había calidez ni comprensión… ese patito feo se escondía por los
rincones para no sentir el rechazo de una madre que no era feliz con “lo que le
había tocado”.
Mi madre, hubiera sido una de las precursoras de los bebes a la
carta. Dudo si no hubiera sido buena ayudante del doctor Mengele… Y al final lo de siempre, palabras que no deberían
de pronunciarse porque el puto mundo se asusta, se acojona y se aleja. Historia
de mi vida, vacía y solitaria.
Acompañada a ratos, sola aun en compañía. Nunca encontré
mi sitio, nunca me volví cisne. Mientras aun rezo por una metamorfosis, un
cambio o la muerte. Algo que me sane o al menos me calme.
Porque
llega la crisis y escupo palabras, vomito letras… no es tan bello lo que tengo
entre mis dedos cuando no me queda otra que plasmarlo y tratar de vaciar de
nuevo ese cerebro, deseando que se quede hueco, mudo, vacio… un poco menos
loco. Y aunque me digan que el TLP no es locura, ¿acaso estas ideas serian las
de un cuerdo? ¿Existe la cordura o solo el saber guardar las aparaciencias? En
ninguno de los casos soy experta, más bien inepta. Y hago un ovillo, me enredo
y desenredo… me lio y me hago un gurruño.
La vida no me es fácil, tampoco pedí
que lo fuera. Si hasta bien chiquita le decía a mi madre que nunca pedí nacer,
que no me hubiera parido. Y lo pienso y creo que es triste que llegara a ese
razonamiento tan pronto, quizás antes de saber bien que era la vida o la
muerte. Ya sabía que no elegí venir a este mundo, o al menos no recuerdo
haberlo hecho. Y que más fácil hubiera sido no venir y ahorrarme todo este
drama, una vida que tiene un alto precio.
Un títere
que se apaga, se queda sin fuerzas y es condenado a ser astillas… así estoy con
mis articulaciones entumecidas y mi cara desfigurada.
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