Aprendiendo a ver quien soy
Pasa el tiempo y sobreviví, seguí
adelante y no me morí. De hecho, hacia mucho que no me sentía así de viva; y lo
mejor es que no dependo de nadie más que de mí misma.
Ambos creíamos que me rompería, a mi me
daba miedo y supongo que a ti esperanza. Pero ni me rompí ni volví a eso que llamábamos
amor y solo era una prisión.
Tenía miedo de no ser capaz, ahora solo
me da miedo pensar en todo lo que fui capaz de aguantar y aun así creía que me querías.
Ahora con perspectiva veo que alguien como tú no puede amar; ya no me queda
duda de tu falta de empatía y de humanidad. Lo que me parecía fascinante era
solo una máscara que escondía a un sociópata, tus promesas y tu forma de
echarme de la culpa.
Y aun siendo capaz de razonar que no podía
ser responsable de las reacciones ajenas, algo me decía dentro de mí que yo era
la culpable… pero solo cogiste ventaja conociendo mis puntos débiles. Y veo
ahora que fácil te lo puse, mientras te pedía que no me hicieras daño porque
seguro que lo pasaría por alto no podía imaginar que estaba condenándome.
Pero ahora en lugar de dudar de mi, dudo
de que este tan trastornada como creía… como tú me ayudaste a pensar.
Y si pienso detenidamente sobre las dos
veces en las que se me ha confirmado el mismo diagnostico, esos dos momentos
vitales tienen mucho en común pese a que mi vida parecía haber cambiado drásticamente.
Pero aun era cría asustada que solo reaccionaba al miedo tratando de parecer
segura de sí misma, fuerte… porque hay algo que me decía mi madre y que tenía razón:
“no soy capaz de morderme la lengua. No soy capaz de morderme la lengua aunque
me muelan a palos”.
Y ahora puedo decir casi con orgullo que
puede que el ser así sea lo único que me ha ayudado a sobrevivir y a avanzar en
la vida… las cosas no han sido fáciles aunque algunos dicen que lo he tenido
todo. Pero solo era otra mascara, en lugar de tenerlo todo, me acostumbre a no
pedir nada. A callar y a llorar a escondidas y en silencio mientras me golpeaba
la cabeza con la pared rezando dejar de pensar, dejar de sentir… callar esa voz
que me decía que me estaba muriendo por dentro cuando solo buscaba aceptación,
ser amada… ser normal.
Me habían metido en la cabeza mi falta de
normalidad… como si eso fuera malo. No quiero ser normal, no quiero ser como
todos. Casi sin darme cuenta aborrecí la rareza de la que un día estuve
orgullosa.
Y quise mostrarme fuerte hasta que el
mundo pudo conmigo y no podía seguir ocultando que me caía por dentro, que me descomponía
por segundos y que todo había dejado de tener sentido.
Pero ahora sé que no era solo yo… que no
era solo mi locura. Que si yo a veces llego al límite, tu sabias empujarme
hasta el borde de ese abismo para luego dejarme caer como el cae por un
acantilado sin poder dar marcha atrás. Y me caí mil veces, y tú me mirabas casi
inerte mientras suplicaba de mil maneras que todo eso cesara, rezando porque un
día me quisieras tanto que yo aprendería a amarme a mí misma. Pero no tenias corazón,
ni entrañas… eres un ser vacio y me asombra hasta que puedas reflejarte en un
espejo.
Aun veo tu cara en sueños… quizás tenga más
miedo del que nunca reconocí que tenia. Pero he sobrevivido, no me he muerto,
no te necesito.
He dejado de caerme por los abismos de mi
existencia, he dejado de mirarme en el espejo y sentir asco… he dejado de
aborrecer mis rarezas.
No soy perfecta, no sé si estoy “curándome”;
solo sé que estoy mejor desde que no formas parte de mi vida.
Comentarios
Publicar un comentario